La novena etapa del Camino Francés comienza por todo lo alto, cruzando por un puente cuyo origen se le atribuye al propio Santo Domingo y que sirve como paso para peregrinos desde el medievo. Desde el puente podemos ver al río Oja, cuya curiosa morfología nos habla de un río que baja desde la Sierra de la Demanda arrastrando tal cantidad de sedimentos que conforman una cuenca con grandes barras compuestas por cantos rodados y un río que se subdivide en distintos tramos que discurren entremezclándose entre ellos. A este tipo de ríos se los conoce como ríos trenzados, y el La Rioja uno de los mayores ejemplos es el propio Oja en la mayor parte de su cauce. Paso a paso, el caminante se aproxima a la localidad de Grañón, donde el Camino despide a la Rioja rodeado de grandes campos de cereal y de pequeñas poblaciones que se salpican por el territorio; muchas de ellas con un gran valor patrimonial y cultural, donde abundan los ejemplos de arte románico y de necrópolis medievales.